lunes, 19 de septiembre de 2011

Gregorio Manzano acomoda a los cuatro fantásticos

A Radamel Falcao le gustaba el Vicente Calderón. Siempre había abandonado el Manzanares con el regusto dulce que aportan los goles al paladar de un rematador. Con el Porto ya había marcado y percibido el dolor que genera el tanto contrario en su nueva hinchada. 
En un amistoso con su selección, Colombia, también había visto puerta en este mismo escenario. Sólo había necesitado tres minutos en su estreno como colchonero en su casa para enviar con su testa un balón al fondo de las redes. 
Había sido ante el Celtic. Para disipar dudas sobre si la pólvora rojiblanca estaba mojada o no después de dos partidos, Valencia y Osasuna, con el marcador propio a cero. Ayer, en su estreno como local en Liga, el nuevo ídolo del Calderón sólo necesitó 23 minutos para anotar de nuevo, esta vez con la zurda. El segundo tardó poco en llegar, desde los once metros. 
Y dos más anulados en tan solo 45 minutos. Tras el descanso, diez minutos necesitó para picar con la derecha un balón que le puso en bandeja Turan. Cuatro goles en tres partidos. Cuatro formas distintas de hacerlo...

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